martes, 7 de septiembre de 2010

IMPRESIONES SOBRE ECOLOGÌA


https://docs.google.com/document/edit?id=1hxNGuMmaO7u_z661drfCLWyqqEgKadVPYTBnamo7dpA#

IGLESIAS DE LA MOJANA

http://www.flickr.com/photos/19559867@N00/sets/72157624837058748

COMO PEZ EN EL AGUA

TRASHUMANCIA DEL GANADO

LA MOJANA EN FOTOS

CANTOS EMPLUMADOS DEL PAIS DE LAS AGUAS...



CANTO

UN POEMA A SUCRE SUCRE


http://www.youtube.com/watch?v=IIB5yCBnDgk

ENTREVISTA A UN ARTISTA SUCREÑO SOBRE LA MOJANA


http://www.youtube.com/watch?v=lsFVAh_fZ8M

ENTREVISTA A UN INVESTIGADOR HISTORIADOR SOBRE LA MOJANA


http://www.youtube.com/watch?v=9j7evXExL1U

LEYENDA LA ISLA DE MAKENKA


http://www.youtube.com/watch?v=aouxui0bgGo

EL DUENDECILLO MOHAN

http://www.youtube.com/watch?v=AL-NRAUCQUc

EL DUENDECILLO MOHAN


http://www.youtube.com/watch?v=AL-NRAUCQUc

LEYENDA SHEINÙ






http://www.youtube.com/watch?v=y_P2TESsWwU

LEYENDAS MAGICAS, LA DE LAS MOHANAS


http://www.youtube.com/watch?v=3YFjoq7Gp9Q



ATRACTIVOS DE LA MOJANA



LA MOJANA INUNDADA



SINFONIA DE LAS AVES EN LA MOJANA

CUANDO LLUEVE HO HAY CAMINOS EN LA ZONA RURAL DE LA MOJANA

LAS AGUAS BUSCAN SU CURSO



lunes, 6 de septiembre de 2010

ENLACES SOBRE LA MOJANA


El enemigo oculto de la mojana
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-670227


universidad de Cartagena- mercurio

http://www.unicartagena.edu.co/Mercurio.htm

Viabilidad de los instrumentos económicos para mitigar efectos negativos sobre la biodiversidad: La contaminación por mercurio en la región de La Mojana

http://www.humboldt.org.co/download/bol16.pdf

LECTURA DE CONTEXTO AMBIENTAL

LA MOJANA SUCREÑA O “SHEINÚ EL PAÍS ENCANTADO DE LAS AGUAS”

LINA MARIA WADNÍPAR CANO

La región de la Mojana, se encuentra localizada al Norte de Colombia a 9º 3’ de lalitud norte. Limita hacia el norte con el departamento de Bolívar y la subregión del San Jorge; al oriente con el departamento de Bolívar; al occidente con la subregión San Jorge y hacia el sur con los departamentos de Córdoba y Bolívar.

Está conformada por una fosa tectónica que regula los caudales facilita la decantación y acumulación de sedimentos provenientes de tres grandes ríos: el Magdalena, el Cauca y el san Jorge; forma parte del complejo de humedales de la denominada Depresión Momposina, uno de los más grandes del país, al cual se asocia un a gran biodiversidad de fauna y flora silvestres, además de un gran potencial productivo agropecuario y pesquero. La riqueza de la fauna asociada a sus aguas permite que pueda aprovecharse en sistemas agropecuarios y piscícolas productivos. Sus áreas cenagosas ofrecen además atractivos paisajísticos para el turismo ecológico.

Está conformada por los municipios de: Magangué, Achí y San Jacinto del Cauca en el Departamento de Bolívar, Nechí en el Departamento de Antioquia, Ayapel en el Departamento de Córdoba y Sucre, Majagual, Guaranda, San Marcos, Caimito, San Benito Abad en el Departamento de Sucre.

Cuenta con una población total de cerca de 440.000 habitantes (52% en la cabecera y el 48% en el resto).Tiene un área de 500.000 hectáreas aproximadamente. El 72% pertenece al departamento de Sucre.

La zona norte de La Mojana (zona inundada) es más pobre y vulnerable que la terrestre. Más del 70% de las familias son pobres.

RESEÑA HISTÓTICA

En la región que actualmente conocemos con el nombre de la Mojana, confluyeron en la época colonial dos jurisdicciones provinciales, la de Antioquia y la de Cartagena. Al gobierno de Antioquia pertenecieron la villa de Ayapel, hasta mediados del siglo VIII y el sitio de Nechí surgido durante la segunda mitad del siglo. Otra parte de la región entre los ríos san Jorge y Cauca y el brazo de loba por la parte septentrional, perteneció al gobierno de la provincia de Cartagena. Estas tierras más tarde pasaron a ser parte de Bolívar y luego estarían bajo la jurisdicción de los departamentos de Bolívar, y luego estarían bajo la jurisdicción de los departamentos de Bolívar, Sucre, y Córdoba, creado este último a mediados del siglo xx.

En la actualidad esta zona comparte características geomorfológicas y ambientales con el resto de las llanuras del Caribe colombiano, cuyo territorio abarca desde el valle del río cesar hasta las serranías de San Lucas, Ayapel, san Jerónimo y Abibe.

GEOGRAFÍA Y RESEÑA CULTURAL E HIDROGRÁFICA

Las abruptas terminaciones de la cordillera central y occidental del sistema andino colombiano dejan al descubierto, hacia el septentrión de nuestro continente, una inmensa llanura salpicada de, lagos, lagunas, ciénagas, riachuelos, caños y pantanos y uno que otro rosario montañoso que no logra romper la uniformidad geográfica de la costa atlántica Colombiana. Caracteriza este relieve abundante la presencia del agua, la cual se manifiesta de manera torrentosa como el Magdalena y el Cauca, mansas como las de Cesar en su desembocadura, otras apacibles y aparentemente muertas como las ciénagas y charcas de la Mojana.

Esta densa hidrografía, justificada por un relieve plano, a veces sinuoso, permite el normal vertimiento de las aguas de los ríos que bajan presurosos de la cordillera hacia el mar, representa el permanente represamiento de las aguas formando numerosas ciénagas que hacen de la costa Caribe la única región del país con mejores posibilidades de aprovechar el recurso hídrico para la navegación y la agricultura, el transporte y la cultura en general. Los cambios climáticos estacionales han ejercido una fuerte influencia sobre el paisaje, lo cual combinada con los tipos de sociedad que la han habitado y sus estrategias de adaptación ha condicionado en gran medida las formas de vida, producción y asentamientos humanos allí generados. En efecto, los primeros medios que encontró el hombre al llegar a nuestras costas fueron, sin lugar a dudas, los ríos y ciénagas. Por allí penetraron, hace ocho o doce mil años, los primeros pobladores de la costa Atlántica que provenían de las Antillas menores, mientras otras investigaciones dan cuenta de una penetración por el sur e inclusive, por el flanco suroriental, provenientes quizá del matto grosso brasilero. La zona tiene clima tropical cálido y húmedo, las temperaturas promedio/año oscilan entre 27ºC a 28ºC. el régimen de lluvias es de tendencia monodal con temporada seca anual que va desde diciembre a abril y los meses más lluviosos van de agosto a octubre; por ello, la Mojana se constituye en uno de los principales factores de riesgo de la producción agropecuaria. Tanto las precipitaciones totales anuales como los promedios mensuales y decadales tienden a aumentar de norte a sur presentando los mayores valores en las estribaciones de la serranía de San Lucas. Sus variaciones van desde 1737mm/año al norte a los 4793mm/año al sur de la región; constituyéndose en el primer factor que determina el clima sobre la zona.

En cuanto a los ríos presentes en esta región, podemos decir que corren dentro de una zona plana, inundable, conformada por un sinnúmero de ciénagas y cruzada por una serie de brazos, caños (Mojana, Panceguita, Viloria, Rabón, Matías y Carate),y arroyos que cambian de curso y de dirección de acuerdo con las condiciones de las diferentes épocas del año y de los niveles altos y bajo de sus cauces de los principales ríos. El río cauca desemboca directamente en el Magdalena sobre el brazo de Loba y el río San Jorge también le aporta sus aguas, más abajo, a través de una serie de ciénagas. Existen numerosas ciénagas y caños que se conectan entre ellas y con los ríos San Jorge y Cauca.

LOS HUMEDALES: Ecosistemas esenciales para la sostenibilidad de la Mojana

Los humedales son un elemento vital dentro del amplio mosaico de ecosistemas con que cuenta el país, por su oferta de bienes y prestación de servicios ambientales, además de las regiones naturales que se forman alrededor de éstos, pues son estratégicas para el desarrollo nacional, regional y local. Dentro del ciclo hidrológico, los humedales desempeñan un rol crucial en el mantenimiento del equilibrio y la regulación de las cuencas hidrográficas, correspondiéndoles, entre otras funciones, la mitigación de impactos por inundaciones, absorción de contaminantes, retención de sedimentos, recarga de acuíferos. Además proveen hábitats para animales y plantas, incluyendo un número representativo de especies amenazadas y en vía de extinción. Los humedales también aportan servicios y beneficios inapreciables a las poblaciones humanas de todo el mundo, incluida la regulación del clima mundial y local.

Estos son sistemas integrales de recursos biológicos, provenientes del suelo y del agua, que desempeñan funciones vitales para el desarrollo sostenible, y que deben prevalecer sobre las formas de uso y ocupación que buscan imponer los asentamientos y actividades que se instalan en ellos. Los humedales son ecosistemas catalogados entre los más fértiles del mundo, pero son frágiles ambientalmente. Su aprovechamiento sostenible exige que los asentamientos poblacionales y las actividades económicas ubicadas en ellos se ajusten a la aptitud del suelo existente, y respeten los ámbitos del ecosistema, por medio de modelos, formas y tecnologías apropiadas para desarrollar las infraestructuras, equipamientos y servicios requeridos. Las formas de uso y ocupación del territorio de la región de la Mojana están sujetas a los intereses económicos y a la presión de las necesidades sociales.

PRIMEROS POBLADORES

Los pobladores prehispánicos que colonizaron y adecuaron la Depresión Momposina (donde está ubicada La Mojana), iniciaron su poblamiento durante el primer milenio antes de Cristo –desde por lo menos el siglo IX a.C., hasta los siglos X–XII d.C-. Las comunidades que se establecieron en esas zonas fueron los Zenúes, que se organizaron en tres provincias: Finzenú, en la hoya del río Sinú - gobernada por una mujer- era el centro religioso; Panzenú, en la hoya del río San Jorge, era el centro productivo, y Zenúfana en los valles del bajo Cauca y Nechí, la más rica en oro. Las distintas provincias estaban especializadas y se complementaban entre sí. Los alimentos los producían los agricultores y pescadores del Panzenú. Los ricos aluviones del Zenúfana producían la materia prima para las comunidades orfebres, y el Finzenú era tierra de orfebres y tejedores de hamacas, chinchorros y mantas de algodón. Con la caña flecha cosechada en el Panzenú, fabricaban diademas, viseras, sombreros, canastas y esteras, tradición que todavía perdura en las llanuras del Caribe. El desarrollo de la economía y la distribución de los productos se lograron gracias a un sistema de intercambio facilitado por las vías acuáticas.

DIVISIÓN TERRITORIAL DE LAS TRES PROVINCIAS DEL ZENÚ

Fuente: Banco de la República, Museo del Oro, Cartagena – Colombia

Las comunidades que se establecieron en esas zonas anegables lo hicieron por su abundante y variada fauna acuática, tal como se identificó en las excavaciones arqueológicas realizadas por Plazas y Falchetti (1981), en donde se identificaron restos de caracoles, bagre, barbudo, hicotea, morrocoy, babillas, caimán, garza morena y mamíferos como la guartinaja, nutria, ponche y venados[1] Además, la fertilidad de sus suelos, les permitió establecer cultivos agrícolas intensivos y permanentes, mediante la adecuación de sistemas de drenaje y recuperación de tierras, que cuando bajaban las aguas de creciente las tierras quedaban nutridas por los sedimentos[2].

Los malibúes (también llamados pacabuy y sondagua por los cronistas) tenían dos formas de hacer producir la tierra y utilizar los recursos naturales: la agricultura sedentaria, por una parte, y la caza y la pesca, por otra. En la agricultura desarrollaron cultivos de yuca, maíz, ñame y otros productos alimenticios, así como el algodón. Para ello utilizaban como técnica de limpieza de la tierra la quema a base de fuego controlado, e instrumentos como el palo cavador y la azada de madera o piedra; para la caza tenían los arcos y flechas y para la pesca la canoa, la atarraya, las trampas de mimbre y plantas adormecedoras. A partir de la conquista española, se introdujeron instrumentos, que por ser hierros eran más duraderos: el machete, el hacha, el cuchillo y el gancho. Al palo cavador se le adicionó una punta metálica. La canoa se convirtió en champán –pequeña embarcación con remo o vela- para el transporte mayor de productos y pasajeros de larga distancia. El fuego se siguió utilizando para convertir el monte en rastrojo o en pasto, para facilitar la siembra y cosecha de los productos, y apareció la ganadería[3]

SISTEMA HIDRAULICO DE LOS ZENÙES

Los Zenúes lograron controlar las aguas de las inundaciones que periódicamente les afectaban, gracias a un sistema hidráulico que conformó la mayor obra hidráulica prehispánica de América, en una extensión de más de 500.000 hectáreas de tierras cenagosas. Este sistema estaba compuesto por canales artificiales y camellones –partes elevadas entre canal y canal- que encausaban la aguas facilitando su salida al mar. A lo largo de los principales caños se construyeron canales y camellones perpendiculares, con unos diez metros de separación entre sí y una longitud entre veinte metros hasta cuatro kilómetros de longitud, aunque la mayoría eran de un kilómetro, para evitar que los ríos cambiaran de curso y se desbordaran incontrolablemente. Ahí las aguas se distribuían de manera uniforme, circulaban más lentamente durante la época de inundaciones y, en época de sequía, permanecían humedeciendo los camellones donde se ubicaban los cultivos. Los canales, a su vez, facilitaron las actividades pesqueras en zonas alejadas de las vías fluviales, al servir de criaderos de pescados.

Los canales encausaban las aguas hacia zonas más bajas, donde se cavaron a su vez otros canales y camellones más cortos y entrecruzados. Áreas hasta de 2.000 hectáreas, hoy cubiertas por ciénagas de baja profundidad, fueron habilitadas por el cultivo extensivo mediante la construcción de canales y camellones cortos de 30 a 60 metros de largos, organizados de distintas formas. Al limpiar los canales los sedimentos se colocaban sobre camellones, proporcionándoles los nutrientes necesarios para cultivos de producción continua. El registro arqueológico y las crónicas del siglo XVI indican el predominio del cultivo de tubérculos, raíces y frutales.[4]

ASPECTOS SOCIALES

Los pobladores de la subregión de La Mojana dominan una cultura anfibia sometida tanto a los vaivenes de las crecientes de los ríos como a sus sequías.

Saben defenderse en tierra y en agua, pues desde tiempos precolombinos han combinado las labores agrícolas, pecuarias y selváticas con la fluvial y pesquera en el mismo hábitat. La cultura anfibia explica el poblamiento lineal de caseríos o aldeas construidas en barrancos, secos y estrechos que bordean las corrientes fluviales. Los once municipios que pertenecen a La Mojana tienen una población total de 436.209 habitantes, según proyecciones del DANE para el 2003, de los cuales el 52.3% están localizados en las cabeceras y 47.7% en la zona rural, con tasas de crecimientos anual de 2%, 2.4% y 1.5%, respectivamente. La mayoría de la población se concentra en los municipios de Magangué, Ayapel, Majagual, San Marcos y Achí[5] .

La reseña que se hace en el libro La Mojana. Poblamiento, producción y conflicto social[6], indica que esa cultura anfibia que ocupó la región se fue extinguiendo y luego de sucesivos ciclos de auge y estancamiento, a finales del siglo XX, se encuentra una “tierra de nadie”, donde predomina el gamonalismo, la politiquería y la inseguridad.

Siguiendo el recuento del proceso de poblamiento de la Mojana, se señala que en los siglos XVII y XVIII la Mojana se convirtió en frontera abierta y comenzó a ser ocupada por colonos “en su mayoría blancos pobres, mestizos, indios indómitos y negros rebeldes”[7], quienes generaron sus propios códigos culturales. Inmigrantes extranjeros establecieron una nueva pauta de poblamiento entre los siglos XIX y XX; algunos tenían casas comerciales en Barranquilla y decidieron expandir sus negocios a la región aprovechando el incipiente mercado existente. Llegaron a Magangué, Sucre y Achí. Esto causó un viraje en la producción agrícola: el cultivo del arroz reemplazó el decadente negocio panelero. En 1914 se instaló la primera piladora de arroz en Guaranda y este municipio comenzó a figurar como puerto intermedio entre el comercio.

de Nechí, Achí y Magangué. En el proceso de sucesión de cultivos y desarrollo del mercado regional, se tuvieron que enfrentar a un medio geográfico, en parte hostil, para adecuar la infraestructura portuaria y carreteable que le permitiera articularse con el resto de la región.

En períodos más recientes, los nuevos asentamientos poblacionales y las actividades económicas han alterado el equilibrio natural alcanzado con la cultura anfibia y han impuesto modelos de usos y ocupación del suelo, que ponen en riesgo la sostenibilidad ambiental y socioeconómica de sus habitantes.

El relato sobre la evolución histórica de los asentamientos poblacionales y las actividades económicas en la región muestra, a nivel general, ciclos de crecimiento y estancamiento.

Con respecto a la evolución interna, algunos municipios del núcleo central presentan períodos de auge y depresión indicando que de acuerdo con determinados contextos económicos y geopolíticos, es posible que la región cuente en su interior con centros de actividad dinámicos y con menos dependencia de los centros subregionales y regionales que actualmente se sitúan en la periferia o son externos. El balance general muestra una precariedad vial y de equipamientos para el transporte, y destaca el predomino de modelos productivos extractivos que deterioran los ecosistemas.

DESARROLLO SOCIOECONÒMICO

Las comunidades que habitan la zona rural de La Mojana presentan altos índices de pobreza, como lo muestran los indicadores de Necesidades Básicas Insatisfechas, NBI, y de miseria, los cuales en promedio superan el 85% y 57%, respectivamente, y están por encima de los de Bolívar, Córdoba y Sucre, los cuales son altos y muy lejos de los Nacionales. La pobreza esta relacionada con el problema de acceso a la tierra y bienes comunes, así como con la disminución de las actividades agrícolas y la producción pesquera. Por otra parte, a la mala calidad de la vivienda y cobertura de los servicios públicos (agua, alcantarillado, aseo, educación. Salud, entre otros) que no cubren las necesidades básicas.

Las viviendas están construidas generalmente en paredes de bahareque (65%) y mampostería (24%); los techos son de palma (68%) o zinc (32%). Los pisos comúnmente son de tierra pulida, las cocinas de tierra, tienen aljibes o pozos artesianos, algunas veces muy cercanos a pozos sépticos.

La cobertura del servicio de acueducto en las cabeceras oscila entre 80% y 90% y en la zona rural entre 40% y 60%. La mitad de los acueductos se abastecen de pozos profundos y la otra mitad de los ríos, ciénagas y caños que tienen un alto grado de contaminación microbiológica, lo cual ocasiona las enfermedades comunes de la zona como las diarreas agudas y afecciones de la piel.

En cuanto al servicio de alcantarillado, en las cabeceras municipales el promedio de cobertura es del 40%, pero no tienen plantas de tratamiento y vierten sus aguas a las ciénagas y caños. En el sector rural se carece de este servicio por lo que la disposición final de las excretas se hace a cielo abierto o en pozos sépticos y letrinas, lo que conduce a la contaminación del medio ambiente.

El servicio de aseo tiene una cobertura del 37% en las cabeceras de los municipios de Magangué, San Marcos y San Benito Abad, pero no cuentan con rellenos sanitarios ni cumplen las especificaciones técnicas de ubicación y operación. El resto de la población arroja los residuos sólidos, a cielo abierto, en lotes o los entierran o queman en los patios de las casas. En el sector rural la disposición final de las basuras son los humedales (58%) y lotes (42%), lo que indica la poca educación ambiental de la población para preservar su entorno y evitar la contaminación de los ecosistemas de esta región.

La cobertura del servicio eléctrico oscila entre el 80% y el 100%. Los que no cuentan con este servicio utilizan para su alumbrado el mechón, la lámpara de petróleo o queroseno y las velas. La cobertura de gas es baja y costosa. En la zona rural la falta de este servicio lleva al uso de la leña como combustible para la cocción de alimentos y hornos de ladrilleras, ocasionando daños ambientales.

Los servicios de educación presentan problemas de cobertura y calidad. Las escuelas cuentan con maestros con formación deficiente y la infraestructura física de muebles y ayudas educativas carece de mantenimiento. El analfabetismo en la zona oscila entre el 30% y 50%, tasas similares a las que tenía el país, para la población mayor de 15 años, en las zonas rurales en los años cincuenta (50%) y en los sesenta (40%),[8] y superior a la de Sucre, Costa Caribe y Colombia en el 2002 que fue de 25%, 24% y 16%, respectivamente. Los letrados tienen un bajo nivel educativo, solo un 0.5% ha estado vinculado a un programa de educación superior, el 13.5% cursó o cursa secundaria y el resto ha estado o está en primaria. En el 2002, La Mojana tenía 107.285 alumnos matriculados en preescolar, primaria y secundaria, esto equivale al 58.9% del total de la población menor de 16 años, tasa inferior a la de los cuatro departamentos en conjunto (64.7%), lo cual indica una baja cobertura en el nivel combinado de matricula. Y los que alcanzar a matricularse desertan en su mayor parte, especialmente en las zonas rurales para dedicarse a trabajar como jornaleros. Las mujeres son las que más desertan debido a que se organizan o conforman hogares a temprana edad y si su deseo es continuar la escuela, este deseo es de carácter prohibitivo por parte de sus cónyuges.

Los servicios de salud los reciben en algunos hospitales de las cabeceras o puestos de salud en regular estado, pues faltan equipos y elementos de apoyo médico. Las enfermedades más comunes son la enfermedad diarreica aguda (EDA) y las infecciones respiratorias agudas (IRA), las cuales son causadas por la deficiencia en los servicios de agua, alcantarillado y aseo. La mortalidad infantil presenta altas tasas, como la de Achí (80.3%), comparada con la del promedio nacional (33.9%). Al analizar las dos zonas típicas de La Mojana se encuentra que la zona norte - zona inundada- es más pobre y vulnerable, que la zona sur –zona terrestre-. En la zona norte más del 70% de las familias son pobres, tienen limitado el acceso a la tierra, sus pobladores dependen de las actividades extractivas de caza y pesca, y los ingresos promedio anuales por familia son menores de $1.4 millones (US$576)[9].

A las anteriores deficiencias se les suma la escasez y el deterioro de los recursos naturales, que se traducen en una reducción del potencial para el aumento de la producción de alimentos, agravando el problema de pobreza y generando inseguridad o conflictos sociales; problemas que actualmente vive esta región y que están influyendo en la salida de sus moradores.

AGRICULTURA

La economía de esta subregión es esencialmente primaria con alta dependencia de los recursos naturales del suelo y el agua. Está centrada, principalmente, en actividades agropecuarias como la agricultura y la ganadería las cuales utilizan el 88% del área total de la subregión (Cuadro 4). Sin embargo, la mayoría de los habitantes de esta zona son productores de subsistencia que tienen menos de tres hectáreas o carecen de tierras y dependen de la oferta biológica, por lo tanto, se dedican a actividades extractivas como la pesca, la caza y la silvicultura que les generan ingresos anuales por familia de $1.5 millones a precios de 2003, aproximadamente, y sirven para el autoconsumo.

En La Mojana se siembran cultivos comerciales (arroz y maíz mecanizado, sorgo, palma africana y algodón), cultivos de subsistencia o de pan coger (arroz y maíz manual, yuca, plátano, fríjol, patilla, entre otros) frutales como cacao, coco, mango, guayaba, y otros que fueron importantes en la región, como la caña panelera. La caña panelera fue uno de los cultivos relevantes en los años veinte, pero desapareció en forma paulatina, a raíz de la apertura de la Boca del Cura, en 1936, que provocó cambios estructurales en la dinámica de las inundaciones y en la tenencia de las tierras. Los cañaduzales se ahogaban, bajaba la producción y los dueños de las grandes propiedades aprovecharon para comprar las pequeñas parcelas que eran sembradas con caña, las cuales pasaron a pastizales o cultivos de arroz.

Cerca del 70% de la población de esta zona vive de la economía de subsistencia. Los pequeños productores utilizan tecnología tradicional, con escaso o nulo manejo del suelo, uso inadecuado de químicos y poco acceso a semillas mejoradas. Los estratos más pobres (el 70% de la población) no poseen tierra propia, y para su sustento siembran a “tierra al tercio”, que consiste en recibir en calidad de préstamo una hectárea, que cultivan usualmente con maíz o arroz y entregan al propietario el pasto sembrado en la misma hectárea. Otros arriendan entre un cuarterón (0.25 hectárea) y una hectárea para realizar sus cultivos, especialmente, de arroz. Estos pequeños empresarios han reemplazando a los grandes propietarios que están abandonando la zona por la violencia. También hay pobladores que tienen en sus patios de 200 y 300 metros cuadrados sembrados con árboles frutales y hortalizas como único activo productivo.

La producción de arroz es la principal actividad generadora de ingresos y un producto básico en la alimentación de los habitantes de esta subregión. La zona produce cerca de 180 mil toneladas al año, participando con el 6,4% del total producido en el país y con el 69,3% del total de la zona del Bajo Cauca.

Los factores que afectan la rentabilidad agrícola de esta subregión son: las pérdidas por inundación, plagas, malezas, falta de maquinaria adecuada y problemas de comercialización. Las pérdidas por inundaciones obedecen a las características biofísicas de las zonas donde se ubican los sistemas agrícolas y mixtos, lo cual se soluciona con sistemas de drenajes. En cuanto a la maquinaria disponible, a nivel regional, es limitada en número y obsoleta. Además de lo anterior, la falta de vías de comunicación interna, aumenta los costos de producción, lo cual reduce la competitividad de los productos.

La producción agrícola de esta zona también presenta problemas técnicos en la degradación de suelos como la compactación, y pérdida de fertilidad natural, debido al tipo de uso y manejo de la tierra, tales como: el sobrelaboreo, preparación inadecuada de suelo con niveles de humedad no aptos, falta de alternativas de rotación y uso de maquinaria pesada y obsoleta. El sobrelaboreo obedece a la poca disponibilidad de tierras entre los medianos y pequeños productores, que se ven abocados a sobreutilizar las tierras para asegurar los ingresos familiares básicos. La solución a este problema no depende de tecnologías sino del sistema de tenencia de la tierra. Lo de la maquinaria pesada se reduciría con el uso de la tracción animal, tecnología que ha sido utilizada exitosamente en áreas con exceso de humedad. La falta de rotación de cultivos y diversificación se soluciona con la rotación de cultivos alternativos como el fríjol, la patilla y abonos verdes, entre otros[10].

ACTIVIDAD PECUARIA Y GANADERA

Dentro del sector pecuario de La Mojana se encuentra una producción animal de especies menores (aves, cerdos, ovinos, entre otros) y una actividad ganadera de tipo extensivo, de doble propósito (cría y leche) y de ceba. La población ganadera bovina permanente es de 260.000 cabezas, aproximadamente, que pastan en un área de 213.000 hectáreas del sistema predominantemente pecuario.[11]

Periódicamente la población ganadera se incrementa en unas 275.000 cabezas, debido al desplazamiento de ganado (trashumancia) de las zonas altas de las sabanas de Córdoba, Bolívar y Sucre. Esta ganadería de trashumancia, únicamente está en la zona durante seis meses del año en la época de verano.

La actividad ganadera utiliza cerca de 470 mil hectáreas que corresponde al 90% del área total de La Mojana, en donde pastan unas 535 mil cabezas de ganado bovino al año, equivalentes al 12,6% del inventario ganadero de los departamentos de Córdoba, Bolívar y Sucre (Anexo 7), el 6,7% del hato ganadero de la Costa Caribe (8 millones de cabezas) y el 2,1% del total nacional (25 millones de cabezas).[12] En La Mojana, la relación cabeza de ganado por hectáreas es de 0,75, coeficiente más bajo que el del promedio nacional (1,0 cabezas por hectárea), el de la región Caribe (1,4 cabezas por hectárea) y el de Córdoba (1,6 cabezas por hectárea),[13] lo que indica bajos niveles de explotación.

Esta es una actividad que en Córdoba genera 6.6 empleos por cada 100 hectáreas en pasto, en la Costa Caribe 6,2 empleo y el Colombia 3,9 empleos.[14] En esta actividad se usan tierras propias y áreas de playones que quedan al bajar los niveles de las aguas. Ahí se generan pasturas nativas que son utilizadas para el pastoreo de ganado traído de las sabanas altas de Córdoba, Bolívar y Sucre, y de la zona sur de la subregión, en los meses de diciembre hasta abril, que es la época en la cual el forraje escasea en las partes altas. Con este sistema de movilización del ganado -denominado trashumancia-, por lo general, se somete al animal a un estrés físico que afecta los índices de natalidad y aumenta la susceptibilidad a enfermedades parasitarias e infecciosas. La mayor parte de la movilización se hace por tierra a pie o mixta (agua, tierra, pie).

Muchos de los grandes ganaderos de las sabanas de Córdoba, Bolívar y Sucre son propietarios de tierra en La Mojana, lo que les permite trasladar su ganado a esta zona durante los meses de verano. Este proceso causa conflicto entre los propietarios de tierras y la población carente de ella, ya que los primeros han ampliado los límites de los predios con el cierre de caños para sedimentar artificialmente las ciénagas y así aumentar las áreas de pastos, apropiándose de los playones comunales.

PESCA Y CAZA

La producción pesquera es un renglón importante de la economía de esta subregión, considerada como la segunda actividad después de la agropecuaria. Ocupa alrededor del 36% de la población que realiza sus actividades en los humedales de La Mojana.

La pesca es esencialmente artesanal, pues las herramientas de los pescadores son canoas, atarrayas y aperos más grandes como trasmallos que arrastran peces de cualquier tamaño y causan daño a la biodiversidad. Generalmente esta actividad la realizan comunidades carentes de tierra, ubicadas alrededor de las ciénagas, ríos y caños. Esta población se caracteriza por bajos niveles de

organización, participación gremial y capacitación empresarial, cuya producción e ingresos dependen del esfuerzo físico y de las temporadas de producción. El mal uso de las artes y aparejos de pesca y de sus usos reglamentarios al igual que el desconocimiento de las tallas mínimas de captura para cada especie, han hecho que especies como el bocachico (Prochilodus magdalenae) hayan sido diezmados, al punto que la acuicultura a través del cultivo y repoblamiento de especies nativas se ha convertido en una de las alternativas para propender por el restablecimiento de estas, sin mayores éxitos debido a la falta de un acompañamiento y capacitación a los pescadores artesanales.

De otra parte, la fauna silvestre compensa la reducción de la pesca y se convierte en una parte importante en la dieta alimenticia, o se comercializan como neonatos carne o pieles, constituyéndose en una fuente de recursos económicos de los habitantes de la región. En la zona se extraen hicoteas[15], babillas, ponche, iguana, boas, patos, pisingos, entre otras (Anexo2 y 14). En el verano salen a desovar las hicoteas, babillas y boas en los playones que dejan las ciénagas y caños cuando bajan las aguas. De igual manera los chigüiros y patos se concentran en los playones facilitando su captura.

La fauna es una fuente importante de alimentos para los pobladores de La Mojana. En los meses de febrero hasta abril son la hicoteas (3-4 ejemplares por familia/dia), y el ponche (un ejemplar por familia/mes), apreciándose una sobreexplotación de estos recursos. Entre mayo y junio la caza de patos (cinco ejemplares por familia/día); de julio a octubre, época de lluvias, se inicia la

cosecha de arroz y se pesca con trasmallo (herramienta prohibida por las autoridades ambientales por cuanto la pesca no es selectiva en cuanto a tamaño y talla); entre noviembre y enero se da la subienda y se pesca con atarraya.[16]

SILVICULTURA

La Mojana no posee recursos forestales extensos. Existen pequeños bosques naturales de 20 a 30 árboles y especies acuáticas que se regeneran naturalmente en basines inundables, pero no hay un manejo técnico que garantice el crecimiento según las normas comerciales. La extracción de maderables no está acompañada de planes de reforestación, pese a que existen políticas de fomento forestal.

MINERÍA

El oro de aluvión se extrae de las partes altas de las cuencas hidrográficas y el oro de filón en las partes bajas de los mismos cuerpos cenagosos. La mayor actividad minera de la zona se encuentra en la llanura aluvial del río Magdalena, parte baja de los ríos Cauca y San Jorge y en las cuencas de los ríos Cauca y Magdalena en el norte de Antioquia y parte sur de Córdoba (oro filón). En el departamento de Antioquia se explota una minería de aluvión, en la zona del bajo Cauca, y una minería de filón en el nordeste del departamento. Al sur de Bolívar se extrae oro de filón y aluvión y en Córdoba la minería es de tipo aluvial, a cielo abierto en las vegas y terrazas del río San Jorge. La explotación de este mineral produce una gran cantidad de sedimentos, además en su beneficio se requiere del uso de cianuro y mercurio, metales que producen contaminación a los cuerpos de agua de la zona.[17]

AGROINDUSTRIA

En Magangué se localizan cuatro molinos de arroceros que procesan anualmente 20.000 toneladas anuales de arroz paddy, aproximadamente, dos centros de acopio de leche con capacidad de 75.000 litros/día, uno de los cuales procesa productos lácteos con la marca Hatogrande, un matadero público que sacrifica 30 reses diarias y una planta de picado de yuca.42 En Majagual y Sucre existen molinos de arroz. Además, existen productores de ladrillos en Magangué, que extraen arcilla o arena en las áreas de humedales para someterlas a un proceso de cocción a través de hornos, para los cuales utilizan leña, actividad que propicia la deforestación.

ARTESANÍAS

Es una actividad que representa una importante fuente de trabajo para las mujeres. Se producen sombreros, mochila, bolsos, esteras, totumos y una variedad de artículos tejidos que utilizan como materia prima la palma sará, el coco, el plátano y otras especies que se producen de manera natural en las áreas de influencia de los humedales.

IMPACTOS AMBIENTALES

A la Mojana se le considera la reserva agrícola de la región Caribe. Sin embargo, esta zona tiene limitantes en el uso de sus tierras por los riesgos ambientales y la función natural que desempeña en la regulación de los caudales de los ríos Cauca, Magdalena y San Jorge. Además, la cobertura vegetal de bosques naturales y acuáticos sirven de hábitat para especies de fauna residentes y migratorias y son lugares de desove y crianza de peces, tales como el bocachico y el bagre rayado, que sostienen las pesquerías de los ríos en las partes medias y altas. La colonización antrópica de los humedales asociadas a la desforestación, la alteración de la dinámica hídrica, y la caza indiscriminada para consumo o venta, han fomentado la migración y desaparición de muchas especies de aves, peces, mamíferos y reptiles, pues se les ha destruido su hábitat. Tal es el caso de babillas, caimán, mananatí e hicotea; disminución de peces como el bocachico, bagre, chigüiros, piscingos, y barraquetes.

Los principales impactos ambientales derivados de la ganadería son: a) la compactación de los suelos en las zonas planas; b) la erosión por la pata de vaca; c) la contaminación de suelos y agua por excretas y agroquímicos, generando enfermedades humanas y deterioro del paisaje natural; d) la desecación de humedales mediante la construcción de terraplenes, motobombas, y chorros, con

el fin de formar potreros para el pastoreo de sus animales. Los impactos ambientales asociados a la dinámica pesquera en las cuencas de los ríos Cauca, San Jorge y Magdalena, están relacionados con los siguientes factores: a) La construcción de vías, diques y terraplenes que han cortado la comunicación de los ríos con las ciénagas, impidiendo la entrada de larvas. b) La desecación de los humedales para ampliar las fronteras agrícolas y ganaderas. c) La contaminación por vertientes de aguas residuales domésticas y el uso indiscriminados de agroquímicos. d) Las altas tasas de sedimentación ocasionada por la tala de bosque natural en las partes altas de las cuencas. e) La sobrepesca por el uso de artes de pescas ilícitas y con ojos de mallas no reglamentarias. f) El taponamiento de caños que impiden la migración de peces. g) Las capturas de peces que no cumplen con la talla mínima. h) La introducción de especies exóticas o nativas trasplantadas de otras cuencas.

En términos generales podemos decir que Mojana, el país de las aguas tiene potenciales para desarrollar actividades de manera racional y sostenible: Arroces naturalizados, Cultivos perennes, Árboles maderables, Yuca amarga para la producción de alcohol carburante (etanol), Caña de azúcar, Zoocría de hicotea y babillas, que permitan una producción sostenible y conserven las especies. Proyectos piscícolas que vayan acompañados de programas de educación ambiental, organización empresarial y social y acompañamiento técnico. Turismo de aventura, cultural, histórico, agroturismo y ecoturismo, que contribuiría a recuperar el patrimonio cultural y los conocimientos agroecónómicos e hidráulicos de los zenúes. Pero las Limitantes como conflictos sociales de la zona, la pésima infraestructura vial y de comunicaciones, baja cobertura de los servicios públicos y poca articulación entre los agentes de la cadena turística; sumado a los conflictos por los recursos naturales que se manifiestan en cuatro planos: el local que se expresa en el enfrentamiento de dificultades de inseguridad alimentaria, violencia, desplazamiento, migraciones y paulatino deterioro de los recursos naturales. El plano regional que se expresa en el deterioro paulatino de los recursos bosque, agua y fauna y que se combina con la paulatina concentración y explotación inapropiada de la tierra, crean algunos impedimentos sumado a influencias externas, del plano nacional, de dos tipos i) políticas: de los efectos generados por la política pública que viabiliza las reformas al Estado y 2) económicas y ambientales: de los efectos generados por la contaminación de las aguas y la sedimentación de sus ríos y ciénagas. El plano internacional se ve reflejado fundamentalmente en el conjunto de reformas promovidas por la banca multilateral que generan profundos efectos en las funciones centrales del territorio. Sin embargo, estamos a tiempo de cambiar la situación de la región y poder convertirla en una despensa de recursos, que producto de una explotación adecuada de su territorio y de buenas políticas de gestión que conduzcan a su fortalecimiento de una manera sustentable, .que beneficie al hombre anfibio y su naturaleza



[1] Clemencia Plazas, et al., Ibit, p. 31.

[2] Clemencia Plazas, et al., Op Cit, p.14.

[3] Orlando Fals Borda. Mompox y Loba, Historia doble de la Costa 1, Universidad Nacional de Colombia,

Banco de la República, El Áncora Editores, segunda edición, Bogotá, 2002, pp. 33-40.

[4] Clemencia Plazas, et.al., Op. Cit., pp. 38-47.

[5] Orlando Fals Borda, Mompox y Loba, Op. Cit., pp. 21-23B.

[6] Ramírez Bernardo, Edgar Rey. La Mojana. Poblamiento, producción y conflicto social. Costa Norte, Editores

Colombia Ltda., Cartagena, 1994.

[7] Ibíd.

[8] Carmen Elisa Flores N, Las transformaciones sociodemográficas en Colombia, durante el siglo XX, Banco

de la República, TM Editores, Bogotá, enero, 2000, p. 90.

[9] Entrevista con Alcides Uparela, Coordinador Área Ambiental, Corpomojana, San Marcos, marzo 17 de

2004.

[10] Elisabeth Aguilera y Fredy Neira, Op. Cit. pp. 57-61.

[11] Lino Torregroza Sanchez, “Componente pecuario”, PDS M, FAO, DNP, CD Rom, Serie DAP_MG,

Montería, octubre, 2002, p. 2.

[12] Joaquín Viloria De La Hoz, “La economía ganadera en el departamento de Córdoba”, Documentos de

Trabajo sobre Economía Regional, Nº 43, Cartagena, marzo, 2004, p. 12.

[13] Ibid, p. 18.

[14] Ibid, p. 11.

[15] La hicotea es una pequeña tortuga de agua dulce, también llamada galápago, que abunda en toda la Depresión Momposina y tiene la particularidad de enterrarse durante el verano para así resistir el hambre y la sed.

[16] Cesar Enrique Ortiz Guerrero, “Interacción entre las funciones del medio rural y los conflictos entorno a los recursos naturales. El caso de La Mojana” Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Estudios Ambientales, mimeo, Bogotá, 2003, pp. 9-10.

[17] Pedro López Africano, “Prevención y manejo en la contaminación por mercurio”, PDSM, DNP, FAO,Bogotá, 2003, pp. 104-105.